viernes, 30 de enero de 2009

Un primer día de clases

A mi nieto:
En Octubre, el mes más feo de todos, irás al colegio. Tú estás ilusionado. Yo estoy tristísima. Seré la espectadora del fin de la Edad Feliz. Ni para ti ni para los demás niños se ha creado la ”Escuela verdadera”, porque si todos los niños son geniales y fabulosos, ¿ por qué dejan de serlo cuando adultos?, ¿ por qué no hay millares de genios, centenares de artistas, multitudes de hombres y mujeres despojados de la mediocridad?, ¿ por qué los niños que a diario asombran a los adultos no descuellan y pierden su genialidad cuando van a la escuela?
Desde hace mucho tiempo la pregunta está en el aire y se ha cuestionado los métodos, la escolaridad, los textos, la calidad humana de los maestros, las aulas, los horarios, los exámenes, las sanciones, los resultados… y el mundo sigue igual, porque es más fácil seguir el camino trillado que abrir trocha, porque es más cómodo contemporizar con los padres de familia que concientizarles, porque es más práctico continuar con el sistema que preparar la llegada del hombre nuevo.
Flor de Maní no puedo resignarme a la idea de que te pondrán en fila para hacer de ti el niño genérico de los libros de lectura, el ”Juanito dócil” y “obediente que ama a sus padres, respeta a sus maestros, y hace las tareas con esmero”. El niño “bueno” que se queda tranquilo, que no da problemas, que está condicionado a la obediencia ciega, porque así es más fácil enseñar las cosas que quieren que aprendas, repitiendo las fórmulas y temas que le sirvieron a Juanito y nadie más.
Que absurdo que pretendan enseñarte a amar a tus padres, cuando son ellos, quienes se han hecho acreedores a tu amor, con su dedicación y responsabilidad. Qué absurdo que te hablen de respeto. El respeto es una semilla que se siembra a la cual hay que cuidar día a día. El respeto no se exige, el respeto nace. Tú me respetas a mí en la misma medida que yo te respeto a ti y nunca hemos pronunciado entre los dos esta palabra, porque solo se habla de ella cuando falta. A unas maestras les gusta que los niños escriban en una sola hoja de la página; a otras, les gusta que hagan carátulas en los cuadernos; a otras, que los dibujos no se salgan de los márgenes, a unas que pinten suavecito, a otras que pinten fuerte. ¿Cuál es el orden que van a enseñarte?… Y cuando preguntes qué quiere decir “esmero” ¿qué es lo que van a respetarte…?
Coartarán su libertad que es tu más grande tesoro. Te impondrán esa disciplina obtusa que origina resistencia y la resistencia está reñida con el amor . Tú no eres un niño difícil ni rebelde y por lo mismo no mereces la fila ni la disciplina de pararse y levantarse al mismo tiempo, de automatizarse con las órdenes que muchas veces reflejan el estado de animo de los profesores, de la campana que te dejó a medio comer tu galleta, del timbre que dejó sin ojos ni nariz a tu muñeco, de la sirena que te impidió conservar con el amigo, del reloj que te dejó inconclusa la historia de “la casita de chocolate, que de tanto contar la maestra el mismo cuento, creyó que le había terminado”, y al otro día empezó otra historia.
Te mandarán hacer silencio cuando hables, que la voz de la maestra es mas importante que la tuya. Restringirán tu imaginación, que las ideas suelen ser peligrosas y alteraran la cómoda realidad, por que vas a vivir en una seriedad limitadora que no acepta cambios aunque los proclame. ¿Que te responderán cuando preguntes por que la luna es blanca? ¿Qué pensaran de ti cuando quieras saber por que los gatos no tienen plumas amarillas? ¿ Que te contestarán cuando preguntes quien invento los colores? ¿Qué te dirán cuando quieras saber lo que hay detrás de las montañas las nubes, sin aburrirte, sin destrozar la riqueza de tu propio mundo, sin apagar tu insaciable sed de saber, sin desbaratar tu propia lógica, que el que pregunta eres tu y no Juanito?. Tu mundo; transida de amor, con la palabra NO enteramente restringida, sin la noción de castigo, olvidándome de todo lo que sé para aprender cogida de tu mano, tu alfabeto, los números de las imágenes de tu mundo, la geografía de todos los países donde hay niños, la historia de las gentes que amaron la libertad y la justicia y que se olvidaron de ellas mismas…
Medirán tu inteligencia en términos de exámenes y de pruebas, ignorando que la inteligencia es solamente el discernimiento de lo esencial, y que solo pueden llegar a ese discernimiento quienes se saben libres; educar en la libertad no es fácil, pero es el único principio válido para arreglar el mundo. Dirán que no sabes dibujar porque pintaste un barco entre la hierba, una tortuga con alas, un pájaro con corbata y con anillo …¿podrán apreciar tus garabatos? ¿Cuando pintes un dinosaurio podrá ser sus patas y su cola, y entender que está dormido y no despierto? Qué pasará cuando quieras estar dormido y no despierto? Qué pasará cuando quieras escribir la palabra “cohete” en vez de la palabra “escuela”? ¿Qué te dirán cuando afirmes que has escrito una carta a “la Mía” en la que dices muchas cosas y ninguna de las letras del alfabeto te enseñarán a leer con palabras que no te importan, sin darse cuenta que de la primera palabra que se aprende nace el amor a la lectura, y que esta palabra sabe ser orgánica, vital y personalísima, la palabra de tu mundo y no la de juanito que murió hace años, estas palabras que impiden decir la palabra propia, la palabra verdadera que están esperando los “hombres de buena voluntad” cuando te enseñan el ritual de mi-ma-má-me-mi-ma, te sentirás contento porque tienes TU mamá que TE mima” con la sabiduría que no aprendió en ninguna escuela de pedagogía, pero ¿qué sentirá el niño que está a tu lado y que es huérfano? Y ¿La pi-pa-de-pa-pá, acaso pensará que tu padre es menos que el de libro porque tu padre no fuma?

El fin de la edad feliz es cuando el niño se da cuenta de que el concepto de muchas palabras no corresponden al propio mundo y son mas bien románticas y mentirosas como la palabra maestro, escuela, patria, libro de lectura, disciplina.
Que bueno sería que en vez de hacer memorizar poesías que no te dicen nada pudieran hacerte decir tus propios poemas o escuchar los poemas de los niños. Qué sano sería que se prohiban todos los actos públicos que solo sirven para inflar la vanidad de los padres y entristecer a los niños tímidos. Qué honrado sería que te enseñaran la música, danza y pintura para disfrutas de ellas y no para que los padres vean cuanto trabaja la maestra. Que milagrosa sería que nunca necesites un libro ni de un diploma, si no que solo importe lo que sabes y lo que eres, pero, por desgracia, a la escuela se va para “tener un título” y no para saber.
Me pregunto, llena de tristeza, si al menos tendrás una maestra que no haga diferencias entre los niños ricos y los niños pobres, entre los niños rubios y los niños morenos, entre los hijos de ministros y los hijos de los obreros. Una maestra que te quiera, (lo sé flor de maní, son tan pocas que se enamoran de los niños aunque se ofenden se alguien lo pone en duda). Una maestra que confíe más en su instinto de mujer que en lo que a ella le enseñaron. Una maestra que puede mandar al diablo las injerenicias superfluas y ridículas de los padres de familia que piden “que mí hijito se gradue de Kinder o de sexto grado con toga, con birrete, y con anillo”, “que mi hijito sea el primero de la clase”,” que mi hijito se siente al lado de los niños de familias decentes”…Una maestra que sepa que si tiene veinte niños sepa que tiene veinte seres diferentes. Que sea capaz de dar ternura y confianza.
Y te digo estas cosa para cuanto tengas más años y te des el primer encontrón con la vida, y si aún vivo, seré siempre la más fiel de tus amigas por encima de mis canas y mi artritis. Nunca te fallare, que y o puedo fallar a los adultos pero a los niños, nunca. Tu Abuela.
Alicia Yánez Cossío
Del Seminario y taller de Metodología de participación Infantil a través del arte “Planificación de proyectos desde los niños” donde participamos Amigos de Ecuador y Bolivia Yupana y PIA y la experiencia se desarrollo en el altiplano Boliviano con niños de comunidades campesinas, quienes pudieron plasmar sus sueños, de cómo querían su hábitat y su educación en el futuro, fue una experiencia inolvidable.

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